Las buenas prácticas en bioseguridad, como el doble cerco perimetral, pueden ayudar a prevenir y reducir la introducción de enfermedades procedentes de fuentes externas.

Evitar la entrada de vectores que puedan poner en riesgo la sanidad interior a nuestras instalaciones animales es una buena medida de bioseguridad. En este sentido, el diseño y construcción del cerco perimetral es básico para obtener la máxima efectividad. Es importante que este diseño sea real y efectivo. Realizando un doble cerco perimetral, la protección frente a diferentes amenazas es mucho mayor.

Tanto a grandes ungulados, como jabalíes (PPA, circovirus, PRRS), corzos y ciervos (tuberculosis, brucelosis), como a pequeños lagomorfos, como liebres y conejos (tularemia, mixomatosis), les debe resultar imposible acercarse a nuestras instalaciones animales.

Este doble cerco perimetral tiene, también, un segundo objetivo: un control más eficaz de entradas y salidas de vehículos y persones, y se suma al arco de desinfección como a medida de bioseguridad externa.

El cerco perimetral debe asegurar que el personal de la explotación pueda llevar a cabo todas las operaciones rutinarias derivadas de su actividad sin salir del recinto delimitado.

Este doble cerco perimetral necesita, también, un mínimo mantenimiento periódico, arreglo de posibles agujeros, desbrozo de flora ruderal, …

Unas buenas medidas de bioseguridad pueden suponer un ahorro importante previniendo posibles infecciones.

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